El exceso de ruido, la contaminación del agua, la humedad retenida, los cambios bruscos de presión, etc., pueden dañar los oídos y derivar en una pérdida de audición.

Aunque parece muy divertido, en realidad, todos estos ruidos pueden afectar a la salud auditiva.  Y además, le sumamos la mala costumbre de zambullirse en el agua de piscinas y ríos y no secarse después los oídos, los cambios de presión producidos en los viajes, la manipulación de los oídos con objetos punzantes o el uso de auriculares para escuchar música a todo volumen, influyen de forma muy negativa en el sentido auditivo.

Realmente no somos conscientes del daño indirecto que causamos a nuestros oídos. Y, no los cuidamos hasta que un buen día surgen molestias que no desaparecen y acaban alterando la vida cotidiana.

Para concienciarnos de estos daños hemos elaborado un decálogo preventivo.

DECÁLOGO PARA PROTEGER LOS OíDOS

1. Evitar la exposición prolongada a ruidos fuertes y a corta distancia (petardos, atracciones de feria…).
2. Bajar el volumen de la música o del televisor, reducir el ruido ambiental.
3. Limitar el tiempo de escucha de música mediante auriculares.
4. Evitar el baño en aguas poco saludables, principal causa de otitis.
5. Zambullirse lentamente en playas y piscinas.
6. Secar bien los oídos después de cada baño).
7. No utilizar bastoncillos o elementos punzantes para secar los oídos; en todo caso, utilizar toallitas.
8. En los viajes de largo recorrido o durante el aterrizaje y despegue del avión, masticar chicle o ponerle el chupete al bebé para que anule el efecto del cambio de presión.
9. Usar tapones, de material hipoalergénico que se adaptan totalmente al conducto auditivo.
10. Si aparecen ruidos o molestias auditivas, acudir al especialista lo antes posible.